A medida que vamos cumpliendo años, en la piel del rostro aparecen los primeros signos del envejecimiento, como la pérdida de firmeza, la aparición de arrugas o la flacidez.
Aunque estos síntomas son totalmente naturales e inevitables, por suerte, la medicina estética pone a nuestra disposición una serie de técnicas eficaces para combatir el envejecimiento de manera eficaz, sin tener que recurrir a la cirugía.
Este es el caso de los hilos tensores, un tratamiento mínimamente invasivo que permite rejuvenecer el rostro de forma natural y progresiva, restaurando la firmeza y elasticidad de la piel sin que tengas que pasar por el quirófano.
Una solución cada vez más demandada, el Centro de Estética Mayte Garrido, especializado en hilos tensores en Sevilla, nos acerca esta técnica revolucionaria para que podamos conocerla en profundidad, explicándonos cómo funciona, cuáles son sus principales ventajas frente a otras alternativas y qué resultados ofrece.
También conocidos como lifting con hiloso hilos mágicos, los hilos tensores son una técnica mínimamente invasiva diseñada específicamente para combatir la flacidez facial y redefinir el óvalo del rostro sin necesidad de recurrir a la cirugía tradicional.
Para ello, se utilizan unos hilos reabsorbibles muy finos que se introducen en las capas más profundas de la piel con una aguja que actúa como guía, los cuales producen un efecto lifting inmediato y estimulan la producción de colágeno, ofreciendo resultados naturales y duraderos.
En la actualidad existen diferentes tipos de hilos, siendo los hilos PDO (polidioxanona) los más utilizados, aunque también hay otros como los hilos de ácido poliláctico o de policaprolactona. Independientemente de los que se utilicen, todos son reabsorbibles, y esto significa que el organismo los va degradando de forma progresiva con el paso del tiempo, al mismo tiempo que la piel mejora visiblemente su firmeza y elasticidad.
Un procedimiento que se caracteriza por ser rápido (entre 30 y 60 minutos aproximadamente, en función de la cantidad de hilos a aplicar y las zonas a tratar) y sencillo de realizar, que puede llevarse a cabo en la propia consulta médica sin necesidad de anestesia general ni hospitalización, estos son los pasos de un tratamiento con hilos tensores:
Evaluación y planificación:
El médico especializado se encargará de realizar una exhaustiva evaluación del rostro del paciente, en la que analizará aspectos como el grado de flacidez, las áreas a tratar y las expectativas del propio paciente. En función de ese análisis, planificará tanto la cantidad como el tipo de hilos a utilizar, así como su vector de colocación para conseguir los resultados esperados.
Preparación de la piel:
Antes de comenzar es importante limpiar y desinfectar la piel del rostro en profundidad. En algunos casos, es posible aplicar una crema anestésica tópica para reducir cualquier posible molestia al introducir los hilos.
Implantación de los hilos:
Con la piel perfectamente limpia, el médico introducirá los hilos a través de pequeños puntos de entrada estratégicos utilizando una aguja guía muy fina. Tanto la técnica como el tipo de hilo dependerán de las necesidades de cada paciente y el efecto que se quiera conseguir.
Tensado de los hilos:
Una vez introducidos, hay que tensar suavemente los hilos para elevar y reposicionar los tejidos faciales.
Finalización del tratamiento:
Por último, hay que cortar los extremos de los hilos y aplicar unas pequeñas tiritas en los puntos de entrada, que suelen ser prácticamente imperceptibles a simple vista.
Una vez colocados los hilos tensores, comenzarán a ejercer su acción tensora y, al mismo tiempo, estimularán la producción de colágeno y elastina, mejorando significativamente la calidad de la piel a medio y largo plazo.
Una de las principales ventajas de esta técnica es que ofrece resultados visibles de forma inmediata, especialmente en cuanto al efecto lifting se refiere.
Aunque es importante tener en cuenta que los efectos más duraderos aparecerán de manera progresiva en las próximas semanas, como la mejora de la textura, de la elasticidad o de la densidad de la piel, alcanzando su máximo potencial entre los 2 y 3 meses.
Por lo general, los resultados suelen mantenerse entre 12 y 18 meses, aunque esto dependerá de diferentes factores como el tipo de hilos utilizados, el metabolismo de cada paciente o el estado inicial en el que se encontraba la piel. Además, se trata de un tratamiento que puede repetirse una vez que el organismo ha absorbido los hilos.
Aunque puede llevarse a cabo en cualquier persona, los expertos recomiendan un tratamiento de hilos tensores a partir de los 35 años de edad, que es cuando realmente empiezan a notarse los primeros signos de flacidez o pérdida de firmeza en el rostro. Así mismo, también son una excelente opción para potenciar los efectos de otros tratamientos faciales como el ácido hialurónico o la radiofrecuencia.
En definitiva, los hilos tensores son una de las técnicas de rejuvenecimiento facial más eficaces de la medicina estética, que permite combatir el envejecimiento de forma natural y mínimamente invasiva, ofreciendo resultados visibles y duraderos con una recuperación rápida.
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